Raúl Contreras Flores
De acuerdo a lo presentado por la gobernadora neomorenista, Lorena Cuéllar Cisneros, en su 4º Informe de Gobierno, se puede inferir que el estado de Tlaxcala es un “paraíso terrenal”.
En casi todos los sectores de la administración pública, sean éstos de seguridad, educación, salud, justicia, turismo, campo, deportes, cultura, medio ambiente, saneamiento e infraestructura, entre otros, Tlaxcala se encontraría invariablemente entre el primero y segundo lugar a nivel nacional debido a los “buenos” resultados obtenidos, según lo dicho por la mandataria estatal. Incluso, Cuéllar Cisneros presumió que en algunos casos la entidad tlaxcalteca estaría a la cabeza de toda Latinoamérica, además de que algunas políticas públicas instrumentadas en su gobierno han servido de “inspiración” en otros estados de la República.
Con la lectura de un largo informe saturado de cuestionables cifras, mezclado en gran parte con los exitosos resultados generados con los programas del gobierno federal, y la proyección de extensos como redundantes videos, se quiso dar sustento a esas verdades a medias pronunciadas por la neomorenista.
Sin embargo, la cruda realidad ha colocado a Lorena Cuéllar entre los gobernadores peor evaluados. Así lo refieren los resultados recientemente publicados por algunas casas encuestadoras, algunas de las cuales la mandan al último lugar.
Independientemente de los resultados arrojados por esos estudios demoscópicos, la encuesta dura, la de carne y hueso, la de rostro y nombre que se vive y palpa a diario entre el pueblo sabio camina en el mismo sentido, es decir, entre la reprobación y el repudio generalizado hacia el gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros. El enojo y la frustración social se escuchan en el transporte público, en los mercados, en los centros comerciales, en las escuelas, en los centros de salud y unidades hospitalarias, en los juzgados, en los comercios establecidos, en los barrios, en las colonias, en las comunidades, en la vía pública.
Abona a lo anterior la opacidad con la que se manejan millonarias cantidades de recursos públicos; los más de ocho mil millones de pesos gastados en materia de seguridad que no terminan de dar los resultados esperados por la población, con unos C2 y C5i inoperantes y con turbios manejos; una fiscalía subordinada que no imparte justicia, mientras centenas de carpetas de investigación son abiertas sólo para seguirlas acumulando en sus bodegas; extitulares de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y del Cereso de Tlaxcala que se encuentran prófugos de la justicia o que son sujetos de investigación, quienes presuntamente estarían encubiertos por el gobierno lorenista. Hechos a los que se agrega la reiterada negación de la presencia de grupos criminales en la entidad, en tanto que el robo de gasolina y gas, los asaltos al transporte de carga y la trata de personas con fines de explotación sexual están presente en varias regiones del territorio tlaxcalteca. Así como el desmedido crecimiento de la extorsión -vía cobro derecho de piso-, y delitos del orden común que en muchos de los casos no son denunciados a causa de la enorme desconfianza que se les tiene a las autoridades “impartidoras” de justicia.
Negro escenario que muestra la otra parte de la “nueva historia”, la que no se vio ni se escuchó en la parcialmente inaugurada “Ciudad de la Cultura y el Entretenimiento”. Espacio abarrotado por miles de ciudadanos, encabezados por los empleados de gobierno y sus familiares y amigos, quienes en su gran mayoría hicieron acto de presencia bajo diferentes formas de presión.
Un evento en el que el ofensivo dispendio de recursos se mantuvo presente, tal como se observa con la lujosa edición de un libro de más de 230 páginas de ínfimo contenido que, después de haber sido repartido a los asistentes, unos al final del informe lo dejaron abandonado en sus asientos y otros lo depositaron en el lugar correcto: el basurero. Ahí, entre botes de basura fueron a terminar, otra vez, millones de pesos del erario.
Casi al final de su cansado informe, Lorena Cuéllar anunció la construcción para el 2026 de más de sus famosas “ciudades”. Obras megamillonarias en las que seguramente se mantendrá la opacidad desde el proceso de licitación hasta su terminación, si es que logran llegar a ésta. Todo esto con la abierta complacencia del Órgano de Fiscalización Superior y la Comisión de Finanzas y Fiscalización de la LXV Legislatura local
Encarrerada en el cierre de su evento, y con la voz plenamente recuperada, la neomorenista alardeó de que no van a permitir nunca más el regreso del Partido Revolucionario Institucional al gobierno del estado. Por supuesto que no es necesario impedirles su regreso, ya que este partido nunca se ha ido del Palacio de Gobierno.
Lo gritan los ciudadanos en las marchas: ¡Lorena no es Morena!

