Fracasó la provocación, no hubo muertit0

Raúl Contreras Flores

Tal como se anticipó, la marcha realizada el pasado sábado en la Ciudad de México se desarrolló en medio de fuertes provocaciones, agresiones físicas y verbales en las que incurrió un nutrido grupo de manifestantes que terminaron en la consumación de actos violentos extremos.

En la marcha de la autonombrada “generación Z”, versión México -que comprende a la población nacida alrededor del período comprendido entre 1997 y 2012, cuya edad actual oscila entre los 13 y 28 años-, se dieron cita miles de ciudadanos, en su gran mayoría mayores de 28 años, entre los que se logró identificar a rancios políticos que participaron en otros fallidos movimientos como el Frente Nacional Anti-AMLO (Frena) y la llamada “Marea Rosa”; en tanto que los jóvenes de la convocante “generación Z” prácticamente estuvieron ausentes.

Más allá de las cuestiones meramente generacionales, se observó que centenas de familias enteras acudían por primera vez a una manifestación a exigir solución a graves problemas, tales como la inseguridad, la lacerante violencia y la inacabable corrupción, así como atender de manera urgente la falta de equipos, medicamentos y servicios médicos en las clínicas y hospitales públicos. Legítimas demandas sociales que se vienen arrastrando desde décadas atrás, y que ha sido imposible resolver de manera satisfactoria en estos siete años de gobierno de la llamada Cuarta Transformación.

Sólo que esos cientos de familias y miles de ciudadanos más, que confiadamente aceptaron asistir al llamado de participar en una manifestación “pacífica”, no contaban con la trampa tendida por los grupos de ultraderecha encabezados por los empresarios Ricardo Salinas Pliego y Claudio X. González, y políticos conservadores de los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), quienes los utilizaron como “carne de cañón” al ponerlos frente a las fuerzas de seguridad que resguardaban el Palacio Nacional y construcciones contiguas, entre estas la Catedral Metropolitana.

En videos que circulan en las redes sociales TikTok y X, los que nunca se verán en las pantallas del duopolio de las televisoras comerciales (Tv Azteca-Televisa), entre otras, se puede observar cómo grupos de personas armadas con herramientas utilizadas en la construcción como barretas, mazos, martillos, pinzas, cizallas, tubos, cadenas y equipos portátiles para soldar-desoldar, durante la marcha y antes de la llegada de los contingentes a la plancha del Zócalo capitalino, ya estaban demoliendo jardineras y otros elementos del mobiliario urbano, cuyos pedazos de ladrillo y concreto eran lanzados por hombres y mujeres, incluidos adultos mayores, en contra de los policías que aún se encontraban resguardados detrás de las vallas metálicas. Otros pedazos de materiales pétreos aventados por la turba causaban destrozos al emblemático inmueble del Palacio Nacional.

Acciones violentas que estaban perfectamente coordinadas, cada persona sabía lo que tenía que hacer, las instrucciones fueron precisas. Fueron acciones diferentes al modo “tradicional” de operar del llamado “bloque negro”, el cual en esta ocasión fue ampliamente superado en número de personas, de armas, herramientas y en provocaciones y violencia ejercida en contra de las fuerzas de seguridad.

El grupo de provocadores, se presume integrado por miembros de la Unión Tepito, sabía muy bien a lo que iba, por eso es que con todas las herramientas que llevaban pudieron desoldar y desbaratar el muro de vallas metálicas, dejando al descubierto al contingente de policías. Fueron momentos de fuerte tensión en donde se esperaba el inevitable enfrentamiento con muy altas probabilidades de arrojar fatales resultados, dada la magnitud del violento ataque.

Afortunadamente, la virulenta provocación orquestada por la ultraderecha y los conservadores, asesorados por extranjeros expertos en generar escenarios injerencistas, no pudieron lograr el “muertit0” que deseaban. Un desenlace ideal para sus viles propósitos de crear caos en el país, exigir la dimisión de la Presidenta Claudia Sheinbaum y solicitar la intervención de los Estados Unidos.

Ante tal fracaso, nuevamente están llamando a realizar otra provocación para el próximo 20 de noviembre, teniendo como punto de concentración el Zócalo. Sitio que, como bien se sabe, por decenas de años ahí se ha llevado a cabo el tradicional desfile para celebrar el inicio del movimiento revolucionario de 1910. Corre el rumor de que el grupo de choque acudirá armado, lo cual sería una provocación directa al Estado mexicano.

Por otro lado, si bien es correcto admitir que nada justifica el exceso de fuerza con el que llegan a actuar algunos elementos de los cuerpos de seguridad, lo cierto es que cada vez son más los policías que resultan lesionados, en algunos casos de cierta gravedad, sin que se reprima a la población, tal como se hacía en regímenes anteriores que enlutaban a las familias.

Insistir en que las demandas de la sociedad son justas: frenar la lacerante inseguridad que se vive en el territorio nacional; combatir a fondo a la delincuencia organizada; actuar con firmeza para acabar con la corrupción e impunidad; y, resolver de manera urgente el desabasto de medicamentos, equipamiento y la falta de servicio médicos en clínicas y hospitales públicos. Estas son las principales demandas por las que el pueblo sale a manifestarse y que son aprovechadas para satisfacer otros intereses, como el no querer pagar impuestos al SAT, por ejemplo.

Y en estas demandas mucho tienen que ver los gobiernos estatales que en nada o muy poco ayudan a Claudia Sheinbaum. De nada sirve firmar cartas de apoyo cuando en sus respectivas entidades actúan en contra de los postulados que promovió el expresidente Andrés Manuel López Obrador: Combate a la corrupción y austeridad republicana; por el bien de todos, primero los pobres; y, no mentir, no robar y no traicionar, por citar algunos.

Si usted decide salir a marchar, hágalo con mucha precaución.