El riesgo de criminalizar

Andrés A. Solis*

Este lunes 22 de septiembre se registró un hecho violento dentro del plantel Sur del Colegio de Ciencias de Ciencias y Humanidades de la UNAM; un adolescente asesinó a otro y agredió a otras personas y al intentar huir se lanzó desde un edificio y sufrió fracturas en ambas piernas y pudo ser detenido.

EL CCH es uno de los modelos de bachillerato de la Universidad Nacional, el otro es la Escuela Nacional Preparatoria y la mayoría de sus estudiantes son adolescentes.

A las pocas horas algunos medios de comunicación obtuvieron imágenes de algunos perfiles de redes sociales donde el joven perpetrador aparece con el rostro oculto y con mensajes donde emite amenazas, pero sin destinatario.

Otros medios se fueron por la libre, al acusar al estudiante agresor, sin evidencia alguna, de haber actuado bajo los efectos de alguna sustancia psicoactiva y lo calificaron de loco y violento.

Nadie pone en duda que el joven atacó y causó la muerte de un compañero, pero las afirmaciones de la autoridad y especialmente e la prensa, contribuyeron primero a criminalizar a un adolescente y afirmar sin sustento que estaba drogado.

Este caso debe poner de nuevo en la mesa la discusión sobre cómo la prensa hace el abordaje hechos de violencia.

Debe poner también en la mesa otro tema que ha sido relegado por muchos sectores y es el de la salud mental, sobre todo de la población adolescente, que estadísticamente hablando es más vulnerable a enfrentar conflictos por el propio desarrollo en esta etapa de la vida.

Especialistas en salud mental han alertado sobre la falta de políticas públicas para identificar factores de riesgo entre la población adolescente, pese a los esfuerzos de las propias instituciones educativas.

La UNAM y el Instituto Politécnico Nacional llevan varios años impulsando estrategias de contención y escucha activa para identificar riesgos de ideación y conducta suicida, pero no son infalibles y lo acabamos de ver en el CCH Sur.

Pero si nos vamos a otras escuelas públicas y privadas y más allá, al nivel secundaria, hay menos acciones a favor de la salud mental y adicciones y menos capacitación del personal docente.

Sin estos enfoques y la ausencia de una visión de derechos humanos, la cobertura periodística se queda a medias, es parcial y abona a la criminalización o a la revictimización de adolescentes involucrados en hechos de violencia.

Otro caso reciente. La Fiscalía de Justicia de la CDMX insiste en querer responsabilizar al chofer de la pipa, por el accidente ocurrido en semanas anteriores en la alcaldía Iztapalapa, al oriente de la capital.

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*Periodista, autor del “Manual de Autoprotección para Periodistas” y de la “Guía de buenas prácticas para la cobertura informativa sobre violencia”. Integrante del Consejo Consultivo del Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación. Conduce el programa “Expedientes MN”, que se transmite los viernes a las 18:10 hrs., por la cadena de Meganoticias.