AMLO no se equivocó en la sucesión presidencial, Claudia Sheinbaum fue la mejor decisión

Raúl Contreras Flores

Derivado de los inesperados como agudos problemas por los que atraviesa el todavía coordinador de la bancada morenista en el Senado de la República, Adán Augusto López Hernández, surgidos a raíz del escándalo desatado alrededor de Hernán Bermúdez Requena, a quien nombró secretario de Seguridad Pública durante su gobierno en su natal Tabasco, a pesar de que desde años atrás éste ya había sido acusado de, presumiblemente, participar en grupos delincuenciales y tiempo después fundar el grupo criminal “La Barredora”, es oportuno exponer algunos comentarios al respecto.

La historia política presidencial contemporánea de nuestro país, específicamente la que abarca desde los años 20 del siglo pasado hasta nuestros días, muestra cómo el presidente de la República “heredaba” el cargo mediante el tradicional “dedazo”, expresión que significaba el método antidemocrático de designación del candidato presidencial, conocido en la arena política de esos tiempos como “el destape”. Se dice que esta designación se daba tras previo acuerdo establecido con los dirigentes de los distintos sectores económicos, políticos y sociales del país, en donde también se consultaba la opinión del gobierno estadounidense.

Y, dadas las circunstancias mencionadas al inicio de esta columna de opinión, paradójicamente hoy se podría considerar positiva esta nociva práctica política “a la mexicana” que, bajo otra modalidad –las llamadas “corcholatas” y la elección por encuesta- ha sido reproducida dentro del movimiento de la llamada Cuarta Transformación. Por lo que, uno de los grandes aciertos que tuvo el ex presidente Andrés Manuel López Obrador fue, sin duda, haber promocionado e impulsado con gran fuerza por diferentes medios a Claudia Sheinbaum Pardo: primero para que ella fuera la candidata presidencial de Morena y después, gracias al fortalecido fenómeno político-social del lopezobradorismo, Sheinbaum Pardo se convirtiera de manera indiscutible en la primera Presidenta de México.

Para ello, el ex mandatario federal tuvo que hacer a un lado a viejos políticos ex priistas, como Ricardo Monreal Ávila, Marcelo Ebrard Casaubón y al propio Adán Augusto López Hernández, además de Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velazco Coello, aspirantes de los partidos aliados. Cabe recordar que el también ex gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal Ávila, fue el que menos votos recibió, apenas entre el 5 y 6 por ciento de los sufragios emitidos.

No obstante, la sorpresiva irrupción en la contienda interna morenista del entonces secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, generó confusión e incertidumbre entre la militancia y simpatizantes del partido guinda. Sobre todo, porque al hoy cuestionado político se le llegó a considerar “casi hermano” del entonces Presidente López Obrador, dado el trato fraternal que le prodigaba cada vez que hacía referencia a su persona. Por lo que, en su momento se llegó a pensar que ésta iba a ser la “corcholata” elegida por el originario de Tepetitán, Macuspana. Tan es así que, con menos tiempo de campaña, el ex gobernador tabasqueño de larga trayectoria priista, llegó al tercer lugar con una votación de entre el 10 y 11 por ciento a su favor

Fue tal la confusión generada por la aparición de Adán Augusto, que miembros de la clase política, entre ellos la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, dejaron de apoyar a Sheinbaum Pardo, al grado de llegar a boicotear sus visitas a la entidad tlaxcalteca para sumarse abiertamente a las aspiraciones del ahora “casi hermano incómodo”.

Muestra de ello fueron los festivos recibimientos que le ofrecieron en sus visitas como aspirante a la candidatura presidencial, en donde se hizo dispendio de recursos públicos y se obligó a burócratas a asistir acompañados a esos eventos partidistas. Campaña a la que se sumó el entonces primer regidor del ayuntamiento capitalino y hoy diputado federal, Raymundo Vázquez Conchas. Limitado político que, a la sombra de Ricardo Monreal y el nefasto líder sindical Pedro Haces –dueño del Partido Fuerza por México- han estado en contra de propuestas políticas planteadas por la Presidenta Claudia Sheinbaum, anteponiendo sus intereses meramente personales, a raíz de establecer, presuntamente, ciertos compromisos con poderosos grupos empresariales que atentan en contra del interés de las clases populares.

Sobre este mismo tema “augustiano”, sería conveniente y oportuno que la gobernadora Cuéllar Cisneros y su gabinete de Seguridad, informaran de los avances que se tienen en la investigación de la narcomanta que “apareció” colgada de un puente del Libramiento Tlaxcala, por la zona de Acuitlapilco, perteneciente al municipio capitalino, en los últimos días del mes de enero del año en curso, firmada, presumiblemente, por el grupo criminal “La Barredora”.

En esos mismos días se dijo que el sistema de vigilancia del C2 ya tenía identificado el vehículo en el que viajaban los autores de esa acción. ¿Y, qué pasó después?

Hoy, es momento de cerrar filas en torno a la primera Presidenta de México, y que en Morena se comiencen a deshacer de la escoria que representan esos políticos mercenarios que sólo han llegado al partido fundado por López Obrador a seguir saqueando al país y atentar en contra de los intereses supremos del pueblo de México.

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