Raúl Contreras Flores
El pasado jueves 10 del mes en curso, al más puro estilo del gobierno despilfarrador, egocentrista y farandulero que encabeza la “expriista” Lorena Cuéllar Cisneros, con bombos y platillos se anunció el “Relanzamiento de Radio Altiplano, con tecnología de punta y alma tlaxcalteca”.
De ese día al de hoy y, tras monitorear el 96.5 FM, con toda certeza se puede decir que la estación sigue siendo “la misma gata pero revolcada”.
Se desconoce el innecesario gasto que generó el pomposo evento al que se invitó a personalidades de la radiodifusión nacional y representantes de medios locales. Innecesario porque en esencia Radio Altiplano suena exactamente igual que antes del autoelogioso anuncio pronunciado por la “estrella” del show, Lorena Cuéllar.
Contrario a los postulados del expresidente Andrés Manuel López Obrador, y replicados por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, uno de los cuales establece gobernar con austeridad republicana, en la que se contempla reducir el gasto público, combatir la corrupción y dar prioridad al bienestar social, la mandataria neomorenista gastó recursos públicos para anunciar un “relanzamiento” de la radio que sólo existe en su mundo color de rosa, pintado y alentado por su perversa consejera, a quien a pie juntillas le cree toda su zalamería.
En tiempos de la 4T, es una grosería y vulgaridad caer en la parafernalia publicitaria sólo para percatarse que en realidad en Radio Altiplano lo único que han cambiado son las vestiduras y poner nombre a las secciones de una barra programática ya existente. Mismos programas, mismas voces, mismas dinámicas, sólo con la inclusión de la voz de “Juanma”.
Estructuralmente todo continúa igual: la misma desinformación oficial, en donde priva el autoelogio, la autocomplacencia, el autoengaño. Micrófonos cerrados a las voces críticas, a la libertad de pensamiento, a la libre expresión, a la manifestación libre de las ideas; micrófonos cerrados al debate, a la discusión plural, a los programas de opinión. Una radio cerrada que no cumple con el compromiso presidencial de democratizar los medios de comunicación públicos.
Será trabajo de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), fiscalizar el destino de los 100 millones de pesos que el gobierno de López Obrador ofreció para el rescate de los medios públicos de Tlaxcala. Ésto a propósito del penoso desatino que tuvo el gobierno lorenista al pretender hacer negocio con la renta de la radioemisora a la empresa periodística El Heraldo Media Group.
Fiscalizar a fondo el costo de los equipos y medio de adquisición, revisar la calidad de los mismos, la lista de proveedores y precios en el mercado. Porque, si ya se invirtieron esos 100 mdp, tendría que ser la hora en que los medios públicos de Tlaxcala ya se hubiesen convertido en referentes al menos a nivel regional, tal como lo fue en sus inicios Radio Altiplano que, en aquellos años, ni en el vecino estado de Puebla se tenía una estación de radio con tales características, y aunque con cierta dificultad, en algunas zonas de la capital poblana se lograba sintonizar el 96.5 de FM.
Si bien, la Coordinación de Radio, Cine y Televisión de Tlaxcala (Coracyt), que abarca Radio Altiplano, Radio Tlaxcala, Radio Calpulalpan y Tlaxcala Televisión, además de la Sala de Arte “Miguel N. Lira, ha sido abandonada por algunos gobiernos, la actual administración sin duda alguna es la peor de toda su historia. No obstante, más allá de sus mediocres directivos, merecen pleno reconocimiento los técnicos, operadores, locutores, programadores y productores, así como el personal de servicios y de limpieza, quienes han logrado sobreponerse a la ignorancia, incapacidad y prepotencia de sus “superiores” para sacar adelante el trabajo en sus respectivos espacios.
Es deseable que de esos 100 mdp una parte se invierta en producción, tanto en radio como en televisión, y no sólo se destinen para tratar de recomponer figuras humanas, ni estrenar look’s y outfit’s.
Mientras tanto, seguiremos en espera del verdadero relanzamiento de Radio Altiplano.