Raúl Contreras Flores
Trabajadores del Centro Estatal de Evaluación y Control de Confianza (C3) en Tlaxcala, cuya identidad por obvias razones mantendremos en el anonimato, hicieron llegar a la redacción de este medio sendas denuncias de actos de corrupción en los que presuntamente ha incurrido Columba Ibeth “N”, titular de esta dependencia.
Uno de los señalamientos más graves apunta a la alteración de los resultados de los exámenes de control y confianza aplicados a quienes aspiran o ya forman parte de la fuerza pública y áreas afines. Hecho que, de ser cierto, sería factor de alto riesgo para aumentar los índices de inseguridad que se viven en el estado, al favorecer la contratación de personal sin la preparación y los conocimientos necesarios para desempeñar con eficiencia, eficacia y profesionalismo las tareas de seguridad. Entre las personas favorecidas se encontrarían sus familiares Cinthya Alejandra “N” (jefa de oficina), Sandra Libertad “N” y Aidé “N”, quienes habrían llegado a desplazar a trabajadores satisfactoriamente evaluados, con experiencia y capacitación, amén del despido injustificado de más personal de este centro de evaluación.
A la venta o tráfico de plazas se sumaría la adquisición de equipos de cómputo, pantallas, mobiliario y un vehículo para su uso personal adquiridos a precio de sobrecosto.
De igual manera, en el escrito los trabajadores denuncian que del bono de fin de año que el gobierno federal les destina, sólo les es entregada una mínima parte, el resto queda en las manos de la directora Columba Ibeth “N”. Asimismo, revelan que personal del C3 ha sido distraído de sus labores para atender los asuntos personales de quien se dice ser “protegida” de la gobernadora neomorenista.
En cuanto al ámbito laboral, acusan ser víctimas de hostigamiento, al estar sometidos a intimidaciones, humillaciones, amenazas y actitudes clasistas, lo que deviene en padecer daños emocionales y psicológicos. Esto provocado por el mal uso que se da a las cámaras de vigilancia, las que han sido orientadas a monitorear principalmente el comportamiento del personal, lo cual violenta sus derechos humanos que establecen contar con un entorno humano y libre de todo tipo de violencia, ser tratados sin discriminación por motivos de raza, género, religión, origen étnico u otras características, es decir, tener el derecho a condiciones de trabajo justas. Monitoreo del que están exentos tanto los familiares como los amigos de la titular del C3.
Igual ocurre con la aplicación del reglamento interno, mientras a la mayoría de trabajadores se les exige su puntual cumplimiento, como debe ser, a los incondicionales de la directora se les permiten realizar actividades delicadas en el desempeño de sus funciones, como lo es el uso de teléfonos celulares, vía por la cual pudiese existir “fuga” de información.
Aparte de las condiciones de acoso laboral, al trabajador se le exige aportar dinero para comprar el costoso regalo de la gobernadora el día de su cumpleaños. Evidentemente, Columba Ibeth “N” lo entrega a título personal.
Así, en este mar de presunta corrupción, impunidad, nepotismo, abuso de poder, acoso laboral y negligencia, navega una de las dependencias clave en materia de seguridad pública. Asunto que no ha podido resolver su “amiga” Lorena Cuéllar.
Por lo que es urgente la aplicación de auditorías por parte de las instancias competentes, tanto a nivel estatal como federal.